viernes, 19 de octubre de 2007

Artículo

A continuación les presentamos el artículo de este mes. Esta es una colaboración de gente que busca compartir y ayudar a Cartelera Musical Chile, como un espacio de ideas que permitan pensar el desarrollo musical en nuestro país.
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CONTRAPUNTO ENTRE GLENN GOULD Y SERGIU CELIBIDACHE, por PAG
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¿Es posible la pregunta sobre la experiencia musical? Si caminamos silenciosamente en la frontera entre el suceder de la música y las palabras que usamos para describirla, difícilmente podríamos liberarnos de la perplejidad que produce enfrentarnos al absurdo. Si el aplauso es el sonido que producen las dos manos, ¿cuál es el sonido que produce una? (koan zen) El aplauso es tal vez la manifestación más evidente del contradictorio camino que Gould y Celibidache tomaron para desarrollar su arte, como expresión personal y como carrera profesional. El primero renunció a los conciertos y las giras tempranamente, escondió sus dilemas, enfermedades y obsesiones en estudios de grabación produciendo las más admiradas versiones de piano en Bach, las más comentadas interpretaciones de las Variaciones Goldberg, en sus dos entregas, las de 1955 y 1981. Celibidache, director, denunció la degradación de la experiencia musical reproducida por medios mecánicos, argumentando a partir de la fenomenología y el budismo zen la verdad irrefutable de la dimensión espacial de la música.

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Celibidache, a pesar de los numerosos ensayos que realizaba, buscaba obtener de sus músicos la espontaneidad de quien no está atado ni al futuro ni al presente. La memoria es el lastre que se debe derrotar para acceder a una conciencia plena sobre los sucesos musicales, lo contrario es la negación de los balances y jerarquías naturales en la música que permiten suspender incluso la conciencia sobre sí mismo. Trascendencia. El instante místico es. La música es. No es hermosa o sobrecogedora. Así solo damos cuenta de una conciencia parcial. No existe tal cosa como la interpretación.

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La profundidad de esta concepción musical, este acercamiento místico a la experiencia no puede, evidentemente, ser abarcado y reducido a un medio material. La iluminación no puede encontrarse en un libro o una fórmula de letanía, y la música, sus epifenómenos, sus vibraciones secundarias, su dimensión espacial, no alcanza a ser contenida en una grabación.
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“En la privacidad, la soledad y la seguridad parecida al vientre materno del estudio de grabación, me fue posible hacer música de una manera más directa y personal que en cualquier sala de conciertos”. Glenn Gould buscaba conscientemente aislarse. Las excentricidades de su personalidad e incluso de su interpretación (su necesidad de cantar ciertas lineas melódicas aunque quedaran registradas en la grabación) hablan de un mundo que no se sentía obligado a seguir las tradiciones más ortodoxas de una disciplina que venera el sentido de la historicidad. A pesar de esto, gran parte del mundo musical supo reconocer en sus ideas una búsqueda de claridad y belleza que todavía faltaba descubrir. Transparencia.

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«El secreto de tocar el piano reside parcialmente en la manera en que pueda uno llegar a separarse de él». Otra vez, aislarse. Pero, ¿podemos entender esta afirmación en otra luz? Gould afirmaba que la conciencia motriz debía alejarse de la conciencia musical. El intérprete que enfrenta el fenómeno de la fragmentación en forma lúcida sabe que el instrumento es la primera trampa de la que debe escapar si quiere experimentar la totalidad de la experiencia musical. Aislarse del público, alejar la conciencia del otro, o del ego. Aislarse del piano, alejar la conciencia del medio. Aislarse de la tradición, alejar la conciencia de la historia. ¿Para qué? ¿para evadir las trampas que impiden integrar la totalidad de la conciencia? "El aislamiento es un componente indispensable de la felicidad humana".

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Se puede escuchar la voz de Gould cantando en sus grabaciones pero también se escucha a Celibidache gritar entre los sonidos de la orquesta :“¡Respiren!”.

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Siempre va estar entre nosotros la palabra. Podemos conocer la belleza en la obra de Celibidache y de Gould. Podemos vivir experiencias comunes cuando el sonido se transforma en música en nuestra mente. Podemos reconocer la felicidad en la soledad de una audición. Pero siempre estará la palabra que divide y fragmenta, que otorga un soporte racional y dialéctico. La palabra que aleja a un director de orquesta buscando las condiciones que le permitan vivir plenamente unos minutos de música, de un pianista genial que quiere disfrutar su soledad.

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